jueves, 31 de marzo de 2016

Trazando redes con Chile para un proyecto de agricultura apasionante

Skype con Chile desde la Universidad de Comillas


Hoy ha tocado día fuera de la oficina. El día empezó en la sede del despacho jurídico Cuatrecasas, donde la fundación UnLtd Spain presentaba seis proyectos de emprendedores sociales del Programa Crece. Todos ellos, interesantes y llenos de buenas ideas para cambiar el mundo. He asistido a muchos eventos de este tipo, donde empresas o fundaciones anuncian a bombo y platillo su apoyo desinteresado a emprendedores.

Habitualmente, la ayuda consiste en ofrecer servicios de asesoría jurídica, fiscal, ponerles en contacto con inversores y el ya celebre mentoring, que no es otra cosa que un experimentado profesional guíe al neófito empresario por los caminos del éxito. Algunos de estos galardones incluyen premio en metálico. El de UnLtd Spain está dotado con 10.000 euros para cada proyecto.

Lamentablemente, en no pocas ocasiones, algunas empresas utilizan los eventos de este tipo como perchas publicitarias para ellas y cuando termina el acto y los medios de comunicación han abandonado la sala, al emprendedor ni le miran. Sin embargo, el acto de hoy ha estado impregnado de respeto y admiración sincera hacia las personas que presentaron los proyecto. Todo estaba cuidado y medido para no herir sensibilidades y que nadie allí se sintiese más que nadie. No hubo entregas de cheques gigantes con el jefe supremo estrechando la mano del pequeño empresario, mientras un fotógrafo disparaba flashes. Ni corrillos de ricos y  pobres. Todos se mezclaron con todos. Nada más terminar la celebración, sobre las once de la mañana, ha empezado periodo de aprendizaje, que durará diez meses.

Dado que las tres de la tarde había quedado en la sede que la Universidad de Comillas tiene en Argüelles, hoy no he ido a Campus Madrid. He instalado mi oficina portátil en una cafetería cercana a la sede de Cuatrecasas. Tras resolver algunos asuntos relacionados con asesoría de comunicación, me he acercado a la Universidad, donde había quedado con un colega vinculado con el mundo de la agricultura para hacer un Skype con Jorge Pizarro, que vive en Chile. Pizarro es el fundador de Agriculturers, una de las revistas dedicadas al campo más leídas en español. Pizarro presentó al Gobierno de Navarra un  proyecto para hacer una Universidad online para agricultores y ha sido seleccionado para llevarlo a cabo. Y es al hilo de este proyecto donde yo le he he hecho una propuesta más ambiciosa. Algo así, como la uberización de la agricultura. No digo más, pero es apasionante.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Primer día en Campus Madrid: Google inventa la metadona para el síndrome de fichar



Hoy, miércoles, 30 de marzo, he estrenado nueva vida profesional en Campus Madrid, el sitio elegido por Google para convertirse en lugar de referencia de la innovación y del hacer en nuestro país. Recuerdo que, en su presentación hace menos de un año, Sofía Benjumea, su directora, se refirió a la vieja fábrica que cobija el Campus como un lugar de emprendimiento. Yo prefiero referirme a este lugar como el sitio donde se hacen cosas, se inventa, se crea, se aprende y, además, se pasa bien. La palabra emprender, como en la canción, se nos ha gastado de tanto usarla. No me gusta por el mal uso que algunos están haciendo de ella, pero de esto ya hablaré otro día.

Había venido en varias ocasiones a Campus Madrid, pero siempre con prisas, después de salir de trabajar. Cuando llegaba y veía a las personas sentadas delante del ordenador, con un café a un lado y departiendo amigablemente con el colega de enfrente, siempre pensaba que yo quería que ese sitio fuera mi lugar de trabajo algún día. Y ese día ha sido hoy. He llegado a las nueve y media y se me ha pasado la mañana volando. Me he encontrado con dos conocidos. A uno de ellos, de mis tiempos de periodista en ABC; y al otro, de un evento al que asistí en Media Lab Prado para imaginar el internet de las cosas dentro de cuatro años. Hemos hecho un repaso a las tecnologías que están propiciando la transformación digital del mundo y nos hemos puesto a trabajar: cada uno, en lo nuestro.


Aunque conozco la afición de Google por mapear nuestras búsquedas, nunca pude sospechar su magnanimidad para quienes hemos sido educados en la disciplina de fichar a diario en el trabajo. El gigante de la tecnología me ha dado una tarjeta con código de barras para que todas las mañanas la pase por un lector y las puertas se abran a mi paso. De esta manera me siento parte de una gran familia innovadora. Pero lo más innovador está en lo aparentemente menos innovador: Google ha inventado la metadona para el síndrome de fichar.  

lunes, 21 de marzo de 2016

Innovación abierta para reinventar Telemadrid en un contexto tecnológico y social muy diferente a 1983

En los años noventa, el austriaco Peter Drucker predijo la revolución de la gestión del conocimiento y advirtió de que éste se convertiría en la principal fuente de producción de riqueza, por delante del propio capital. Y no se equivocó. La gestión del saber, además de propiciar el desarrollo de nuevas tecnologías e industrias vinculadas al software y al hardware, está ayudando a reinventar otras viejas, como las de la banca, la cultura o el transporte.

La televisión, que es más que una industria, no ha permanecido indemne a estas transformaciones. Centrándonos en algo tan próximo como nuestros televisores, vemos como éstos han dejado de ser esa caja mágica que alumbraba las noches de los años sesenta, para convertirse en un terminal de información más, que convive y compite con otros terminales.
En la nueva economía del conocimiento, tal y como dejó escrito Drucker, las tecnologías de la información y de la comunicación han transformado radicalmente las economías, los mercados, la estructura de la industria, los productos, los servicios y el mercado laboral. Pero también han transformado el sistema de medios de comunicación. Por ello, en un proceso transformador como en el que nos encontramos, cabe preguntarnos por el papel que deben desarrollar las televisiones autonómicas. 
En un contexto tecnológico y social en permanente cambio y muy diferente al del año 1983, que fue cuando el Gobierno de Felipe González aprobó la Ley de los Terceros Canales, nuestros usos y prácticas cotidianas, derivadas del desarrollo de la web 2.0 y del uso de nuevos soportes de comunicación, han cambiado radicalmente las exigencias sobre las televisiones autonómicas para seguir cumpliendo su función de servicio público. En mi opinión, en su calidad de grandes productoras de información, estos canales deberían atreverse a explorar nuevos formatos, soportes, funciones y contenidos. Sólo así podrán seguir contando para las audiencias, para la ciudadanía. 
Igual que ha ocurrido en otras industrias, los gigantes del software se han introducido en toda la línea de valor de las televisiones. En apenas diez años, Youtube se ha convertido en el lugar de referencia del mundo para ver vídeos. Cada mes, los mil millones de personas que se asoman a este canal consumen cientos de millones de horas viendo videos. 
Lo mismo sucede con las compañías de telecomunicaciones, que ofrecen al usuario paquetes híbridos de servicios de telefonía y contenidos televisivos a la carta. El último actor en aparecer en escena ha sido la popular televisión por internet, Netflix. Sus contenidos pueden ser vistos desde cualquier terminal conectado a internet: ordenador, televisión, móvil, consola o tableta. Las redes sociales Twitter y Facebook también han contribuido a trastocar el panorama televisivo, sobre todo por su gran capacidad prescriptora a través de las recomendaciones de sus usuarios. Y esta es una de las claves: la participación de los usuarios. Desde su nacimiento, los usuarios han podido acceder libremente a las emisiones de las televisiones autonómicas, pero creo que ha llegado el momento de que, como ha sucedido en otras empresas, las televisiones apuesten por la innovación abierta, sumando el talento de fuera al de dentro. Un talento externo que incluye a todos los profesionales del periodismo que la crisis ha sacado de las redacciones. Hay que poner las condiciones para que estallen las tormentas de ideas. Por ejemplo, las once televisiones autonómicas que constituyen la FORTA podrían unirse para hacer un nuevo "Netflilx", o para diseñar contenidos para las infraestructuras de las smart cities o para los relojes inteligentes. 
También podemos aprender de lo que están haciendo grandes como Microsoft, que tras aceptar que Windows ha dejado de ser el rey del software, se ha reconciliado con la cultura del código abierto para ganarse la simpatía de los makers, a quien el periodista y escritor Chris Anderson ha confiado la tercera revolución industrial. Los makers desarrollan su trabajo en fábricas digitales globales que responden a nombres como Fab LabHackspace, Techshop o Makespace. Más allá de los nombres, estos lugares ponen en evidencia una particular lógica práctica que asume el valor de la creatividad de la gente y su capacidad para inventar. 
El sociólogo norteamericano Richard Florida escribe que uno de los principales motivos que lleva a las clases medias profesionales más activas a elegir una ciudad o región para vivir es el estilo de vida y el dinamismo cultural del lugar de acogida. Florida destaca la relevancia de lo que llama audio identidad o capacidad de identificar un territorio con un tipo de música. En la búsqueda de esa identidad auditiva o de cualquier otra actividad creativa o artística, que huya del folclorismo fácil, las televisiones autonómicas podrían tener una importante labor que realizar: ser el motor de los distintos movimientos culturales que surgen en su territorio.
Por último, no se me escapa que la relación entre innovación y participación ha de ir en ambos sentidos. La Comunidad de Madrid se ha caracterizado por su pujanza creativa en todas las manifestaciones artísticas en distintos momentos de nuestra democracia, desde la Movida hasta  nuestros días. Su tejido e industria cultural son fundamentales en la creación directa e indirecta de riqueza, tanto económica, como simbólica. En Madrid, la agitación cultural es una constante.  Desde las exposiciones en las galerías de arte, hasta una ingente variedad de nuevas experiencias, que van desde los laboratorios ciudadanos de producción, investigación y difusión de proyectos culturales, como es el caso de Medialab Prado; hasta los nuevos centros de innovación de las grandes empresas abiertos a la ciudadanía. Por estos templos de la nueva modernidad transitan expertos y aficionados de todo el mundo que debaten acerca de las disciplinas profesionales de un futuro que ya está aquí: Big data, cultura hacker, innovación social o internet de las cosas. Sinceramente, creo que la televisión podría desarrollar una interesante función como agitadora de estas dinámicas culturales. 
Propongo imitar a las grandes compañías y organizar un hackathon en colaboración con asociaciones de profesionales de la comunicación, universidades, programadores, ilustradores o diseñadores para, entre todos, trazar los nuevos caminos de la televisión. 

miércoles, 16 de marzo de 2016

Transformémonos todos en la lucha digital



Transformación digital. Bajo estas dos palabras se articulan los nuevos discursos de la sociedad del cambio en la que vivimos instalados desde hace unos años. Bajo el paraguas de estas ocho silabas se esconde un caos controlado por redes de personas unidas por el talento, la creatividad y el idioma del mundo actual: el software.El software, que fue inventado por el hombre para controlar a las máquinas, se ha convertido en una importante fuente de riqueza, pero también en una gran amenaza para industrias centenarias, como la banca, el transporte, el periodismo, el turismo o la cultura. El principal peligro de la industria del software es su capacidad de atacar con bajas inversiones toda la cadena de valor de sectores centenarios.Bajo el paraguas de la transformación digital se cobijan las ya denominadas tecnologías disruptivas, como el internet de las cosas, el Big data, la robótica, la impresión 3D, la realidad virtual o el blockchain. Para dar respuesta a la aplicación de dichas tecnologías, las empresas tradicionales del sector tecnológico también están emprendiendo su propia revolución interior. Es la manera que tienen de guarecerse de las redes de innovación y conocimiento colaborativo surgidas al margen de las estructuras empresariales y al calor de la red.Muchas de estas nuevas comunidades de “hacedores digitales”, auspiciadas y organizadas desde importantes organizaciones universitarias, como el MIT (http://web.mit.edu/), han resquebrajado la imagen de las grandes compañías y multinacionales como creadoras absolutas de las grandes innovaciones tecnológicas. Hoy, gracias a la red de espacios maker repartidos por todo el planeta, las paredes de las áreas de innovación de las empresas se levantan en los confines del mundoAl hilo de esta nueva realidad, Microsoft organizó esta mañana un desayuno para analizar cómo afectará la transformación digital a un  sector tan tradicional como el energético. Los participantes representaban a las principales compañías del sector en España: Endesa, Iberdrola, Cepsa, Gas Natural Fenosa o Acciona. Todos ellos coincidieron en señalar que sus compañías están haciendo los deberes para pasar de un perfil tradicional a otro digital. En este sentido, todos apuntaron a la práctica de la innovación abierta y a situar al cliente en el centro del negocio, incluso, haciéndole partícipe de él. Así lo señalo el director de Canales Digitales y Experiencia del Cliente de Endesa, Jorge Sánchez Mayoral.Mayoral aludió al nuevo consumidor, al denominado “prosumidor”, que consume y produce y que ya fue anticipado por Alvin Tofler en su obra “La Tercera Ola”.  En este sentido, Mayoral precisó que su compañía ya cuenta con las tarifas One o Tempo, orientadas a estos nuevos perfiles de consumidores.   Iñigo Alonso, director comercial de Iberdrola, explicó que su empresa está introduciendo la transformación en toda la cadena de valor de la empresa para satisfacer al cliente. Consciente del poder del cliente para imponer sus decisiones, explicó que su compañía ya le ofrece bloques de consumo de electricidad verde  y que trabaja en colaboración con él en asuntos de autoconsumo y planes a medida.Joaquín Reyes, director de Sistemas de Información de Cepsa, dio por finiquitadas las economías de escala antiguas y subrayó que las economías de escala que amenazan a las compañías tradicionales están en la red y en la economía colaborativa. Reyes explicó que la transformación digital de su compañía pasa también por una nueva concepción del puesto de trabajo, en el que se potencia la productividad, se redefine el espacio de trabajo, se suprime el papel, se pone fin a los controles de presencia y se establecen políticas flexibles y de conciliación. El directivo de Cepsa también indicó que su compañía ya utiliza herramientas de Big data e internet de las cosas.Para el director de Mercado Residencial de Gas Natural Fenosa, Carlos Escolíes Miró, la transformación digital será fundamental para seducir y retener a los clientes, a quienes colocó en el foco principal del negocio, por su capacidad de elegir el qué, el cómo y el cuándo lo quieren.      Para conocer el estado de la transformación digital de las empresas, el director corporativo de Tecnología de la Información y Comunicación de Acciona, José María Tavera, propuso la creación de un gobierno de la tecnología, que permita medir y detectar el estado de cambio de las organizaciones, con el fin de conseguir los mayores beneficios posibles.           Del lado de las tecnologías, Pilar López, presidenta de Microsoft, presentó a las empresas tecnológicas como las alidadas perfectas para reinventar la relación con los consumidores de energía y propiciar un cambio de cultura en las empresas del sector